Hace algún tiempo, cuando inicié mi andadura profesional en el campo de la RSC, un buen amigo ante mi desesperación de que pocos entendían mi labor profesional, me animó a construir un mensaje como si se lo estuviera contando a mi abuela mientras tomábamos una taza de té. Pues bien, no tengo abuela, pero me esforcé porque en las comidas familiares donde varias generaciones se juntan y se debate sobre lo divino y lo humano entendieran a qué me dedicaba pues mi madre dice que tanto estudiar y tanto sacrificio para ‘matarme a trabajar en no sé qué y que me paso de evento en evento también, para no sé qué’. Mi padre siempre ha sido más asertivo y contundente en sus mensajes. Hombre empresario, hecho a sí mismo y padre de dos mujeres y un varón, solo se preocupa porque luche siempre por ser la primera y que nadie me pise. ¡En fin! que con este panorama empecé por definir lo que no es la Responsabilidad Social Empresarial o Corporativa pensando que, de esta forma, acotaba el campo de definición. No es marketing, no es una tendencia empresarial, no es acción social ni filantropía. Es mucho más que todo esto. Nuestra sociedad y muchos líderes mundiales llevan ya algunas décadas preocupados y ocupados por crear un marco legal que obligue a las compañías a reportar sobre el impacto medioambiental, social y de gobernanza con el fin de gestionar la transición hacia una economía mundial sostenible que combine a largo plazo con la justicia social y la protección de nuestro Planeta y su sostenibilidad. Hasta ahora, pocos han sido quienes de forma voluntaria se han integrado en este modelo de negocio. Durante 2017 sólo en España, 875 empresas (grandes empresas, PYMES y tercer sector) han presentado su informe no financiero, lo que supone un crecimiento del 6% respecto al ejercicio anterior y un 14% del total de los informes publicados a nivel mundial, según publica en su informe anual la consultora EY. Este leve aumento llega en un momento donde nuestro legislador ya había traspuesto la Directiva 2014/957UE a través del Real Decreto 18/2017 pero con muchos interrogantes, vacíos legales y expectativas sin cumplir. La reciente aprobación de la Ley 11/2018 en materia de información no financiera y de diversidad, abre el camino para que, sin prisa, pero sin pausa nuestro ecosistema empresarial vaya introduciendo como parte de su negocio criterios medioambientales, sociales y de buen gobierno.
Ahora ya nadie puede escaparse. Debemos ser responsables. El incumplimiento por parte de las empresas que se encuentren en su ámbito de aplicación, es decir, que tengan más de 500 trabajadores; que sean Empresas de Interés Público (EIP); o bien que durante los dos ejercicios anteriores cumplan con un total de las partidas del activo superior a 20M€, que el importe neto de la cifra anual de negocios supere los 40 M€ y que la media de trabajadores empleados durante el ejercicio sea superior a 250, serán penalizadas con una sanción económica y, lo peor, a su reputación le pasará factura pública. En ese caso, ¡te ha tocado! ¡Eres uno de los afortunados en presentar el informe no financiero! Se acabaron las discusiones y las dudas profesionales sobre mi sector. A partir de ahora, identificaremos al responsable o departamento de RSC por ser la persona que además de cumplir con la norma, aumentará tu reputación y hará que tu empresa sea atractiva para las nuevas generaciones del cambio. Concretamente para la generación ‘Y’ y la ‘Z’ quienes priorizan en un 90% trabajar en una empresa con un propósito social definido, por encima de cualquier otro criterio. El medioambiente, las políticas de diversidad, cuestiones sociales y sobre el personal, los Derechos Humanos y la lucha contra la corrupción y el soborno serán cuestiones claves a reportar con la intención de medirlas y que su avance siempre sea en positivo. Depende de todos sentirnos orgullosos del mundo donde vivimos y el mundo que dejamos.