Sociedad sin Soledad
Y la vida pasa. Y como decía Rafael Alberti…” ya no me importa ser viejo, ser nuevo ni estar pasado, sólo me importa la vida que se va en cada canto”. Y, a todos nos llega la hora y creemos que la soledad solo nos afecta cuando ya no hay nada que perder, cuando nos hemos acostumbrado al cabello blanco y a recordar todos aquellos momentos donde siempre fuimos más guapos, más jóvenes y con más energía; a los achaques y a seguir preocupándonos -más si cabe- por nuestros hijos, los nietos y constatar que siempre ‘los nuestros’ fueron tiempos mejores. Pero, nada más lejos de la realidad, debemos de ser muy conscientes que el sentimiento de solitud en este mundo y de incomprensión afecta a todas las edades y genera nuevas patologías que la modernidad está aprendiendo a entender no solo desde un punto de vista humanista sino también de cómo afrontar esta gravísima situación manteniendo nuestro tan ansiado estado del bienestar a través de políticas sociales sostenibles que permitan llegar a la vejez de una forma saludable tanto física como emocional; en definitiva, disfrutar de una calidad de vida óptima sostenible. Solo, como apunte, tomad nota del reciente estudio publicado por la Caixa sobre Soledad y riesgo de aislamiento en las personas mayores, donde nos anuncia que el 34% de las personas entre 20-40 años se sienten solas. Un dato que aleja la relación de la vejez con la soledad y expande esta patología a cualquier generación posiblemente como respuesta a la falta de profundidad en las relaciones sociales y familiares actuales. El marco sociológico y demográfico actual es desolador. Nos encontramos ante la mayor de las transformaciones sociales del siglo XXI pues el aumento de la longevidad, la cronicidad de las enfermedades, nuevas dimensiones del núcleo familiar que se han ido reduciendo a lo largo de los últimos 150 años, una crisis profunda de valores que ha provocado la pérdida de la fe y la búsqueda constante de la razón de vivir y existir nos presenta un escenario social desconocido al que el sistema de políticas públicas actuales no puede dar respuesta. Algunos países como el Reino Unido han creado desde el Gobierno el Ministerio de la Soledad para implementar nuevas políticas que puedan dar respuesta a las necesidades de un colectivo creciente y, al mismo tiempo, diseñar nuevas fórmulas y estructuras que permitan afrontar este fenómeno siendo sostenibles a pesar del aumento del gasto público.
En España, la generación BabyBoomer empieza a agrandar la cifra de ciudadanos que tienen más de 65 años. Según los últimos datos e informes publicados por el Ministerio de Sanidad, Asuntos Sociales e Igualdad del Gobierno, casi el 20% de la población tienen más de 65 años y el 6% de éstos son octogenarios. Barcelona incluso supera la media de otras ciudades españolas y en el 2030 el 30% de los barceloneses superarán los 60 años. En los últimos 40 años hemos aumentado más de diez puntos la escala demográfica y el informe ‘Las Personas Mayores en España de 2017’ apunta que en el año 2060 seremos 15 Millones de personas mayores que representarán un 36% de la población. Este incremento tan significativo también afecta al resto de países desarrollados pues según Naciones Unidas la población mayor de 80 años representará el 11% en el 2060.
Nuestra sociedad lleva mucho tiempo dando la espalda a una realidad social que pide a gritos ayuda y que se la escuche. Una civilización que aparta a sus mayores del centro de sus políticas publicas es una sociedad condenada al fracaso y a la autodestrucción pues con ellos perdemos la luz que debería guiar nuestro camino. Solo por gratitud inmensa debemos abrir este debate público para que forme parte de la agenda social y política de nuestro sistema de bienestar.