LA SEMANA pasada Barcelona se convertía en la capital del ecosistema tecnológico mundial. Más de 100.000 visitantes y unos 500 millones de euros de impacto económico para la ciudad son algunas de las cifras que nos deja este año el Mobile World Congress (MWC). A pesar del empeño político de algunos por alejarlo y de por reducir las opciones de movilidad de los asistentes, año tras año sigue siendo un éxito de convocatoria. Durante toda la semana hemos podido disfrutar de una ciudad que respiraba vida y movimiento, donde se hablaba poco de política y mucho de negocios. Terrazas llenas y guiris arrastrando sus maletas por nuestras calles los últimos días a la busca de souvenirs y visitando nuestro patrimonio más emblemático. Los más atrevidos alargaron su estancia el fin de semana para aprovechar la meteorología mediterránea y disfrutar de nuestra gastronomía y de la Barceloneta. En definitiva, una semana para constatar con nostalgia la necesidad de eventos de esta magnitud y para seguir apoyando iniciativas como el salón de 4YFN, que pone en valor el talento intergeneracional de los emprendedores y el desarrollo de estas iniciativas gracias al papel clave de los mentores y de los inversores de capital.
Con todo ello, es evidente que la industria de las tecnologías de la información y la comunicación, la irrupción del 5G y la inteligencia artificial pone a este sector en la vanguardia de la creación de empleo y de la oferta de nuevas oportunidades laborales. A pesar del esfuerzo por impulsar iniciativas como el Women4Tech o Women in Mobile, tan sólo el 30 % de los visitantes han sido mujeres y de los 39 ponentes únicamente 11 eran voces femeninas. La falta de referentes femeninos en el ámbito tecnológico y una educación estereotipada en las escuelas respecto a la formación científica es una realidad frente a la que no podemos estar callados. Es necesario y urgente introducir en nuestro sistema educativo medidas y políticas activas que ayuden a fomentar vocaciones científicas en las mujeres, y potenciar y revalorizar los estudios de Formación Profesional en el sector de las STEM, es decir, en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.
El futuro es digital pero frente al 15% de los hombres que optan a carreras universitarias en este ámbito, la mujer solo ocupa el 3%. Una de cada 10 programadores es una mujer. La única forma de alcanzar la igualdad es conquistando este sector que nace mucho más masculinizado que otros a pesar del momento histórico en el que estamos inmersos y de los avances que hemos logrado pues, los patrones se repiten y los algoritmos que se formulan en el ámbito de la Inteligencia Artificial son creados por mentalidades uniformes donde la inclusión y la diversidad no tienen cabida. En Europa, solo el 30% de los trabajadores TIC son mujeres y el 66% de las empresas de telecomunicaciones no cuentan con directivas en su cúpula, pero la mujer sigue estando casi un 10% mejor pagada por su desempeño que en otros ámbitos. La brecha de género en el sector tecnológico reviste especial importancia, pues es aquí donde más empleo neto se producirá en los próximos años. La clave radica en la formación, concienciación y visualización de referentes femeninos que revelen nuevas vocaciones y salidas profesionales que provoquen que esta revolución tecnológica sea un ejemplo de diversidad donde toda la sociedad gana.
No lleguemos tarde esta vez. Todavía estamos a tiempo de potenciar una educación abierta e innovadora que permita atraer el talento sin distinción de género, para conquistar cuotas igualitarias en el sector tecnológico y formar las directivas y dirigentes del mañana.