Mientras algunos, durante años, teorizaban sobre cómo potenciar la relación entre Empresa y Universidad o buceaban en los papeles para conseguir subvenciones y ayudas a la investigación, Emilio Botín fundaba Universia. Una red internacional creada para promover el desarrollo social y empresarial potenciando el talento, el conocimiento, la investigación aplicada y la colaboración institucional entre universidades y empresa. Desde su nacimiento, en el año 2000 y con el empecinamiento del capitán Botín, Universia es hoy un referente internacional capaz de aglutinar a 1.290 universidades de 23 países y que representan a 16,8 millones de estudiantes y profesores.

Hace tan solo unos meses, se celebraba en Río de Janeiro, el III Encuentro Internacional de Rectores Universia, un acontecimiento único en la historia contemporánea de la Universidad que fue capaz de reunir a rectores y profesores de todo el mundo bajo el lema «La universidad del siglo XXI: una reflexión desde Iberoamérica». Allí se discutió sobre los desafíos a los que debe hacer frente la universidad iberoamericana pero, también, de cómo impulsar la modernización de la Universidad; fomentar su internacionalización y el emprendimiento e innovación universitaria; cómo reforzar su liderazgo social y cómo poner en valor su importancia como generadora de conocimiento y como instrumento decisivo para el desarrollo económico y social de los países.

Mientras conocíamos la noticia de su muerte inesperada, tenía previsto acudir a la presentación del cuadro «La educación de la Virgen», de Velázquez en Madrid. Otra muestra más de su tenacidad por impulsar obras sociales. Esta obra la rescató de los almacenes de la Universidad de Yale en el 2010 que se encontraba en pésimas condiciones y él mismo firmó el acuerdo institucional que iba a permitir su recuperación.

Muchos alabaran su trayectoria personal y profesional en el mundo de la banca y pasará a formar parte de los anales de la historia económica de nuestro país como uno de los grandes pero, para los que trabajamos en el ámbito educativo para los que soñamos con un país capaz de retener el talento y potenciar su capacidad investigadora, necesitamos el talante de mecenas como Emilio Botín. Visionarios como él que apuesten por la educación como parte sustancial del desarrollo social y económico de los pueblos. Ahora, solo espero que su legado social pueda tener continuidad y podamos seguir apostando por una Universidad de calidad.

Belén Marrón
Directora de Comunicación UAO CEU

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